Circe / Poemas de lodo

de Margaret Atwood.

Ven conmigo, me dijo, viviremos en una isla desierta

Dije, yo soy una isla desierta. No es lo que se imaginaba.

 

Por este bosque,

quemado y escaso, empalizado

de troncos truncos, ramas chamuscadas

 

este bosque de espinas, cornamentas,

el barco surca como si hubiera agua

 

Llamaradas de adelfilla salpican el aire

es poder, poder

dañino, rompe sobre las rocas calcinadas

en un lento colapso de pétalos

 

Llegas al alcance de mis palabras

desembarcas en la orilla seca

 

Encuentras lo que hay.

 

 

*

 

No tomé ninguna decisión

No elegí nada

 

Un día apareciste de la nada en tu estúpido barco,

con tus manos de asesino, tu cuerpo desarticulado, mellado cual naufragio,

costillas al aire, ojiazul, chamuscado, sediento: lo de siempre

fingiendo ser ¿qué? ¿un superviviente?

 

Los que dicen no querer nada

lo quieren todo.

No fue esta codicia

lo que me ofendió, fueron las mentiras.

 

Sin embargo te di

la comida que exigías para el viaje

que dijiste habías planeado: pero no planeaste nada

y ambos lo sabíamos.

 

Ya se te olvidó,

tomaste la decisión correcta.

Los árboles se doblan con el viento, tú comes, descansas,

no piensas en nada,

tu mente, dices,

está como tus manos, vacía:

 

vacía no es inocente.

 

 

*

 

Tiene que haber algo más que puedas hacer

que dejar que te arroje

de costa en costa

en costa el viento, con la bota

sobre la proa

para sostener el cuerpo de madera

y tener el alma bajo control

 

Pregunta en mis templos

donde las víboras lunares, lenguas de lo oscuro

hablan como huesos que se desatan, hojas que caen

de un futuro que no creerás

 

Pregunta quién cuida al viento

Pregunta qué es sagrado

 

¿No te cansas de matar

a aquéllos cuyas muertes se han augurado

y por lo tanto ya murieron?

 

¿No te cansas de querer

vivir para siempre?

 

¿No te cansas de clamar Adelante?

*

 

Hay tantas cosas que quiero

que tengas. Éste es mío, este

árbol, te doy su nombre,

 

aquí hay comida, blanca como raíces, roja,

que crece en el pantano, en la playa,

pronuncio estos nombres para ti también.

 

Ésta es mía, esta isla, puedes tener

las rocas, las plantas

que se esparcen planas

por la tierra flaca; renuncio a ellas.

 

Te doy este agua,

esta carne, abdico,

 

te observo, posees

sin darte cuenta,

sabes cómo tomar.

 

*

 

Esto no es algo a lo que se pueda renunciar,

esto debe renunciar.

 

Me suelta[L3] 

y yo me abro como una mano

cercenada desde la muñeca

 

(Es el

brazo al que le duele

 

Pero la mano cortada

la mano se aferra a la libertad)

 

*

 

Ahora es invierno.

Y por invierno quiero decir: blanco, callado,

duro, no esperabas eso

 

no debe suceder

en este tipo de islas,

y nunca ha sucedido

 

pero yo soy el lugar donde

todos los deseos se cumplen,

y quiero decir: todos.

 

¿Crees que hace demasiado frío?

Es lo que pediste,

este hielo, esta cristalina

 

pared, este acertijo. Resuélvelo.

 

*

 

Lo que cuenta es la historia. No me digas que esto no es una historia, ni la misma historia. Sé que cumpliste todas tus promesas: me amas, dormimos hasta el medio día y luego pasamos el resto de la tarde comiendo, y la comida es magnífica, no lo niego. Pero me preocupa el futuro. En la historia un día el barco desaparece en el horizonte; desaparece y no dicen qué pasa después. Qué pasa en la isla. Me preocupan los animales. No eran parte del trato, y de hecho ni los mencionaste, pueden volver a ser hombres. ¿De verdad soy inmortal, al sol le importa, cuando te vayas me devolverás las palabras? No evadas, no finjas que al final no te vas a ir: en la historia te vas y la historia es implacable.